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Los escondrijos del Valle de los Reyes



En el año1881 existía un convencimiento absoluto de que el Valle de los Reyes ya no escondía más tumbas  que aquellas que estaban ya descubiertas. Los tesoros que éstas habrían albergado un día, habían sido sustraídos en tiempos remotos, así que poca cosa más había que esperar del valle. Sin embargo, en marzo de ese año, por los mercados negros de antigüedades de El Cairo están circulando un gran número de objetos de un valor incalculable. Estos mercados eran vigilados por los miembros del museo Bulaq, y cuando examinan uno de los objetos, se percatan de que lo que tienen en las manos son vendas reales que pertenecieron a la momia de Pinedjem I, un faraón sacerdote de la XXI Dinastía. Maspero tenía que tener conocimiento de este increíble hallazgo, así que dan la voz de alarma. Tras  unas pequeñas investigaciones, el 3 de abril de 1881, el director del museo llega a Luxor y se dirige a la cercana aldea de el-Qurna, al hogar de una conocida familia de trapicheros, los Abd el-Rassul.
Ahmed el-Rassul es el patriarca de esta pobre familia, que vive básicamente de los saqueos de las tumbas que aún no han sido descubiertas. Ahmed y su hermano Hussein son detenidos. Aún así, no dicen ni  una sola palabra, y al cabo de dos meses son puestos en libertad. Pero el mayor de los hermanos, Mohamed, ha cogido miedo de las autoridades, que lo están siguiendo a todas partes y lo amenazan con castigos físicos insoportables. Así que se derrumba y revela la ubicación del lugar donde se esconde ese fastuoso tesoro. Maspero no permite que las autoridades detengan a Mohamed, sino que intenta aprovechar la circunstancia y dar un golpe de efecto ante los ciudadanos, nombrándolo reis de las excavaciones de Tebas. Si el pueblo ve que aquel que colabora es recompensado de semejante forma, tal vez se vayan sucediendo los descubrimientos.
Emile Brughs, hombre de confianza de Maspero, elige un selecto grupo de trabajadores y ascienden al circo rocoso de Deir el-Bahari para iniciar la búsqueda de esa tumba. En el extremo sur de la colina, en un saliente que se encuentra a 60 metros de altura, descubren un pozo que tiene 2 metros de largo y 12 de profundidad. Brughs, en un  principio, duda de que esa sea una tumba real, pero cuando se encuentra dentro recibe una de las sorpresas más impactantes de su vida. Allí, en aquel agujero en medio de un paraje desolado, el oro brilla por todo el escondrijo. Anillos, amuletos, pectorales, brazaletes, estatuillas, toda una colección de tesoros como no se había visto antes en Egipto. Y eso no era todo, ya que en aquel escondrijo también había cuarenta momias, la mayoría con sus sarcófagos. Cuando  empieza a leer las etiquetas no puede creer lo que ha encontrado: el sarcófago y la momia de Seqenenre Tao II, el sarcófago y la momia de la nodriza de Ahmés-Nefertari, al sarcófago y la momia de Ahmose, el sarcófago y la momia de Ahmés-Nefertari, el sarcófago y la momia de Amenhotep I, el sarcófago y la momia de Siamón, el hijo de Ahmose; el sarcófago de Sitamón, la hija de Ahmose; el sarcófago de Seniu, mayordomo real y escriba de la XVIII Dinastía; el sarcófago y la momia de Pediamón, XXI Dinastía; el sarcófago de Ahmés-Nenuttemehu, hija de Ahmose; el sarcófago y la momia de Bakt, XIX Dinastía; el sarcófago y la momia de Ahhotep II, XVIII Dinastía; el sarcófago y la momia de Thutmosis I, el sarcófago y la momia de Thutmosis II, una caja de madera con incrustaciones de marfil que contiene el nombre de Hatshepsut, un fragmento del sarcófago y la momia de Ramsés I, el sarcófago y la momia de Seti I, el sarcófago y la momia de Ramsés II, el sarcófago y la momia de Ramsés III, dos sarcófagos y la momia de Nezamt, esposa de Herihor; varias tapas de ataúdes y la momia de Pinedjem I que pertenecían a Thutmosis I, dos sarcófagos y la momia de Pinedjem II, dos sarcófagos y la momia de Henuttawy, esposa de Pinedjem I; sarcófago y momia de Mahasarte, profeta de Amón, XXI Dinastía; dos sarcófagos y la momia de Makare-Montuemhet, esposa de Pinedjem I; dos sarcófagos y  momia de Asetemajbit, esposa de Menjeperre, XXI Dinastía; dos sarcófagos y la momia de Tauhert, esposa de Mahasarte; sarcófago de Nebseni, escriba de la XVIII Dinastía; sarcófago y momia de Nesjons, esposa de Pinedjem I; dos sarcófagos y la momia de Zeptahefanj, profeta de Amón, XXI Dinastía y dos sarcófagos y la momia de Estanebsher, hija de Pijnedjem I.
Y en una de estas confidencias el clan Abd el-Rassul dedicó al arqueólogo Víctor Loret una valiosísima información. Mohamed Abd el-Rassul le cuenta algo que le hace temblar las piernas. Le dice que en el valle, hay una morada de eternidad de la que nadie ha oído hablar, y que tal vez esté repleta de tesoros. Loret, en un primer momento, no sabe como reaccionar, y piensa si acaso será un nuevo escondite como el de Deir el-Bahari. Ordena a un inspector del servicio, Hassan Hossni, que empiece de inmediato a preparar lo que sin duda será una excavación histórica. El 20 de febrero de 1898 se hallaba en el valle, removiendo los cascotes. Loret descubrió que la tumba tenía realmente dos accesos, uno a través del interior del valle, y otro siguiendo el camino que conducía hasta la aldea de Deir el-Medineh. La entrada estaba situada en un saliente a 10 metros del suelo, y el paso apenas tenía 1 metro de ancho. Cuando llegaron a la entrada, un fortísimo olor a madera de cedro invadió a todo el equipo. Para despejar toda la entrada a la tumba necesitaron 10 días de duro trabajo. Se habían acumulado muchos cascotes, que con las riadas se habían solidificado tanto que parecía hormigón armado. Finalmente, Loret seadentró por un corredor, descendió por una escalera que lo llevó hasta otro nuevo corredor y en medio de este corredor se abría un pozo que tenía más de 4 metros de profundidad. En la cámara funeraria, Loret halló un cartucho en el que se leía el nombre de Thutmosis III.
A pesar de que Thutmosis III había disimulado hábilmente su tumba, no escapó a la rapiña. En la cámara funeraria solo se halló un pájaro de madera, algunos fragmentos de cerámica, unos bastones rituales, varias maquetas de barcos, osamentas de toro y babuino y dos momias de Época Tardía. Sin embargo, en el interior de las capillas se hallaron los restos del mobiliario fúnebre y los alimentos del banquete funerario. Todos los tesoros que el rey pudo haberse llevado a su tumba, desaparecieron para siempre.
Víctor Loret tardó tres días en vaciar la tumba, pero mientras su equipo traslada todas las piezas a El Cairo, los trabajos en el Valle continúan. Los Abd el-Rassul, sabían más de lo que contaban. Y es que a principios de marzo, un grupo de cascotes llama la atención de los obreros. Tras haber despejado el terreno, apareció la entrada a una tumba. El 9 de marzo de 1898, Víctor Loret había descubierto la KV 35, la tumba de Amenhotep II. El haber descubierto un Ushebti con el nombre del rey le causó una profunda tristeza, ya que él sabía que por el mercado de antigüedades habían circulado un gran número de piezas con este mismo nombre. La tumba estaría más vacía que la de su padre.
En pocas horas, Loret desciende los peldaños, y a la luz de las velas llega hasta un primer corredor, el cual lo conduce hasta un pozo. Tras pedir algún objeto que sirva de pasarela, el joven arqueólogo eleva la vela hacia el techo, donde pudo distinguir un cielo dorado repleto de estrellas bajo un fondo azul. Al rato, estaba en la cámara funeraria. Esta sala consta de dos pilares rectangulares. Sobre el suelo, halló los restos de unos enormes buques de madera de cedro.
Súbitamente, su sangre se hiela al descubrir una silueta que lo observa, de pie sobre uno de los barcos. Por unos segundos, Loret pensó en salir corriendo, pero tras dominar su miedo, acerca la vela y descubre una momia totalmente martirizada. Su  cuerpo estaba destrozado, los ladrones lo habían despedazado en busca de las joyas, y era un auténtico milagro que siguiera todavía en pie, después de miles de años. Al igual que la tumba de su padre, la de Amenhotep II estaba repleta de fragmentos de cerámica, huesos de animales y los restos de los alimentos del banquete funerario. Loret ignora el sarcófago, pues sin ningún tipo de dudas se halla vacío, como el resto de los que se han hallado hasta ahora. Así pues, su atención se centra en los relieves y en los textos. Cuando llega la hora de examinar detenidamente el sarcófago, el corazón de Loret se detuvo durante unos segundos. Amenhotep II está observándolo desde el Más Allá. Tiene un collar de flores sobre su cuello, un ramo de mimosas sobre su corazón, y a sus  pies una corona hecha de hojas. El hallazgo es magnífico, al fin una momia real que descansa en su sarcófago.
Una vez que sus nervios se templan, se detiene a examinar la forma de la cámara funeraria. Es muy parecida a la de su padre, no obstante, una de las cámaras está cerrada con bloques de caliza, y eso es muy extraño. Nuevamente, casi le da un infarto cuando, tras retirar unos bloques de la pared, contempló atónito como en el interior de aquel nicho había 9 sarcófagos con las momias en su interior. Tras leer las etiquetas, se secó el sudor que caía a chorros por su frente. Estaba ante Thutmosis IV, Amenhotep III, Seti II, Siptah, Setnajt, Ramsés IV, Ramsés V y Ramsés VI. Pinedjem I había dispuesto un segundo escondrijo para asegurar que sus ilustres antepasados consiguieran escapar de la rapiña de los saqueadores. En otra de las capillas había tres momias. Se trata de un hombre joven, una mujer de edad avanzada y una mujer joven. Desde su hallazgo, se han formulado varias hipótesis, y hasta el 2010, se creía que la mujer anciana era Tiy, la mujer más joven era Nefertiti, y el hombre joven era Thutmosis, el primogénito de Amenhotep  III. Ahora, tras los estudios de ADN que se realizaron con la momia de Tut-Anj-Amón, sabemos que la mujer pelirroja es Tiy, que la mujer joven es hija de Amenhotep III y su esposa, y que además es la madre de Tut-Anj-Amón.
La historia a querido que Loret sea recordado como uno de los arqueólogos más afortunados a la hora de excavar en el Valle de los Reyes. Había descubierto la KV 38, la tumba de Thutmosis I, el más antiguo inquilino del valle. No halló gran cantidad de objetos, tan solo unos fragmentos de cerámica, un jarrón de alabastro con el nombre del rey y unas ostraca donde se habían iniciado unos textos de la Amduat, esto significaba que la morada para la eternidad de Thutmosis I es la primera que albergó en sus muros el Libro de la Cámara Oculta.
la KV 32, que en realidad era una pequeña tumba que estaba desnuda de textos y objetos, por lo que se creyó que sería de algún alto dignatario. A las pocas semanas, Loret halló la KV 33, que se presentó tan decepcionante como la anterior, por lo que Loret empleó en ella tan solo el tiempo justo.
KV 36, aunque no pertenecía a un rey. Había otro sarcófago de madera de cedro negro con una momia en su interior. Lo habían abierto, ya que la tapa de madera estaba corrida, y tal vez incluso la momia estuviera en malas condiciones. Pero no era así, contenía la mayor parte de su ajuar funerario. Su dueño era un hombre llamado Maihepri, y su sarcófago contenía la inscripción de Hijo del Kap, que era una institución donde se educaban los príncipes reales y los hijos de los altos dignatarios. Además contenía otra inscripción reveladora, Portaabanico a la derecha del rey, aunque no se mencionaba el nombre de ese soberano. La momia se conservaba muy bien, tenía los cabellos cortos y crespos, y su piel era de color negra. Bajo sus axilas, se hallaron unos paquetes de cebada germinada, que simbolizaban la resurrección de Osiris. En su tumba también se hallaron numerosos objetos, tales como una reliquia osiríaca, un jarrón decorado con peces, gacelas y aves, varios recipientes de perfumes aún sellados, vasijas de óleos, un juego de senet, brazaletes y un equipo de flechas con su arco, símbolo inequívoco de su procedencia. También había dos collares para perro, uno decorado con escenas de caza y otro con caballos, pero no se encontraron las momias de los perros. Loret, finalmente caería en desgracia cuando Egipto pasó a ser gobernado por los Británicos.

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