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martes, 20 de febrero de 2018

Los sangrientos rituales en antigua Escandinavia

Los cazadores-recolectores que vivieron en el territorio del centro de Suecia hace 8 o 7,5 mil años, al parecer practicaban rituales extraños y eran propensos a la violencia. Como informa la revista Antiquity, los científicos, durante una investigación de restos encontrados anteriormente, hallaron siete personas que antes de su muerte sufrieron un brutal trauma craneoencefálico causado por objeto contundente. A dos de ellos, después de su muerte, les cortaron las cabezas y las plantaron en una estaca, rompiendo el cráneo. Por primera vez se ha descubierto estos hechos en tumbas de la Edad de Piedra.

En el Mesolítico tardío (hace 9-6 mil años) en los países escandinavos vivían semiasentados cazadores-recolectores. Hasta ahora, los investigadores han encontrado unas 200 tumbas de este período. Uno de los sitios del Mesolítico es Kanaljorden, que se encuentra cerca de la ciudad de Motala en la orilla de un pequeño lago, situado en la parte este central de Suecia. Hace 8 mil o 7,5 mil años, cerca se ubicaba un asentamiento de cazadores. En el lago, la gente erigió una construcción de 12 × 14 metros, hecha de grandes piedras y estacas de madera. Durante las excavaciones de 2009-2013, los arqueólogos encontraron ahí restos de seres humanos y animales, y herramientas de piedra, huesos y astas.

Ahora, los arqueólogos, dirigidos por Anna Kjellström de la Universidad de Estocolmo, describieron algunos hallazgos de Kanaljorden. Entre ellos había restos bien conservados de al menos diez personas. Nueve esqueletos pertenecen a adultos de 20 a 50 años, el décimo o es un feto de 36-40 semanas o es un bebé que nació muerto o murió poco después del nacimiento. Dos adultos eran mujeres, cuatro eran hombres y no se pudo determinar el sexo de los demás.

Los investigadores encontraron rastros de traumas hechos con un objeto contundente poco antes de la muerte en los cráneos de siete adultos. La mayoría de ellos estaban en la parte superior del cráneo. Por una razón desconocida, las lesiones se aplicaron tomando en cuenta el género. Las mujeres presentaban huellas de golpes en la parte posterior y en el lado derecho de la cabeza. Los hombres presentaban un golpe en la cara o en la coronilla. Los investigadores todavía no saben qué tipo de armas causaron las lesiones. Los autores, sin embargo, argumentan que estas lesiones no fueron la causa de la muerte, pero pudieron causar daños en el cerebro, lo que pudo afectar el habla, la visión o la función motora de las víctimas. Los arqueólogos no pudieron explicar inequívocamente el origen de las lesiones. Las posibles causas pudieron ser la violencia interpersonal y doméstica, accidente, secuestro, castigo o la violencia entre grupos, tales como incursiones depredadoras o acción militar. A juzgar por las diferencias de género en las huellas, posiblemente las mujeres pertenecían al grupo al que frecuentemente se aplicaba más violencia.

Los científcos también hallaron dos cráneos masculinos, en los que los arqueólogos encontraron estacas de madera de hasta 47 centímetros de largo. Probablemente, en ellas plantaban las cabezas de los muertos. Así lo indican las fracturas en los huesos, producidas después de la muerte. Obviamente, las cabezas estaban atadas a estacas y puestas en exhibición pública deliberadamente. Los científicos sugieren que ello pudo haber sido ser parte de alguna práctica ritual.

A principios de febrero de este año, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México encontraron 10 esqueletos de unos 2.400 años de antigüedad en el sitio arqueológico de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México. Hoy en día, este lugar se encuentra en medio de una bulliciosa área urbana, así que los restos se hallaron ocultos debajo de un edificio que albergaba aulas y recámaras de sacerdotes.

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